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    Crimen organizado tiene tomados huertos y predios en Uruachi y Guazapares

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    Por: La Redacción.

    Chihuahua, Chih., a 12 de octubre del 2021.- “Teníamos dos ranchos donde cosechábamos manzanas además de otras tierras de cultivo”, comparte Margarita Contreras, víctima de desplazamiento forzado.

    Tras el secuestro de su cuñado por parte de integrantes de grupo delictivo, Margarita y su familia fueron expulsados de su hogar por la violencia: “Tuvimos que salir porque comenzaron las amenazas”, platica sobre lo vivido.

    Fue el 26 de de julio del 2014 cuando el cuñado de Margarita, quien fungía como comisariado ejidal de la comunidad de Monterde en el municipio de Guazapares, fue secuestrado por un grupo que opera en la zona para arrebatarle el dinero que anualmente se entregaba por parte de la mina a los ejidatarios de esa región.

    “De ahí fue donde se agarraron, asesinaron en el 2018 a un tío y un primo hermano”, cuenta Margarita, que luego perdería también a su esposo en el 2019.

    “Hemos reclamado a las autoridades desde que nos asesinaron a nuestros familiares –asegura–, pero no hemos obtenido respuesta hasta la fecha”, por lo que ella ahora exige justicia para que “detengan a los malos para que se calme todo, porque allá nada más se encuentran ellos”, cuenta Margarita.

    “No es posible que nosotros estemos perdiendo nuestro patrimonio para que ellos se encuentren gozando, mientras nosotros nos encontramos aquí batallando. Aquí somos tres familias y otras dos se encuentran en el municipio de Mahuarichi, también trabajando, teniendo sus tierras, ellos están batallando al igual que nosotros para sostenerse”.

    “Ellos dicen que ahorita hay tranquilidad porque nosotros nos salimos; pero no es así, es que allá la gente la traen con ellos, es decir, ya sea trabajando en la siembra o cosecha de amapola y marihuana”, denuncia Margarita sobre la situación de aquella localidad.

    “Mi casa y mi rancho se encuentran destruidos, ya no hay cercos, ya no hay nada, hace apenas un año dejaron de estarse metiendo, pero la manzana sí van y la pizcan, esto sin ser ellos los dueños del predio”, añade Margarita sobre las personas a las que llama “los malos”, es decir, integrantes de la delincuencia organizada.

    Tras ser desplazada, Margarita se vio en la necesidad de hacer costuras, así como vender panes y empanadas para sobrevivir económicamente en un lugar que no es su casa. Han sido siete años de terror, angustia y desesperación –cuenta–, pero poco a poco ha podido salir adelante a través de su trabajo.

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