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    NICOLÁS SEGURA: EL DESTINO MARCADO DE UN SEXTO ROKU DAN

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    MÁQUINA DEPORTIVA

    Sergio Arturo Duarte Méndez

    Criado en el barrio bravo de Londres, en la capital del estado, donde había que ‘meter las manos’ para hacerse respetar, un valiente e impetuoso joven llamado Nicolás Valente Segura jamás rehuyó al pleito, no tuvo miedo al momento en el que había que probarse a sí mismo y contra los demás chicos de su edad, ni a que le ‘sacaran el mole’ en el frente a frente, en el uno contra uno, a ‘mano limpia’, como antes se estilaba.

    Inmerso en un ambiente complicado, al tiempo que ayudaba a su padre -Felipe de Jesús Segura Salazar (+)- en el oficio de la alfarería, actividad que le brindó una gran fuerza en manos, brazos y piernas, Segura Zubía boxeaba y ‘cascareaba’ karate con dos de sus hermanos mayores quienes hacían las veces de entrenadores.

    “En el barrio nos poníamos los guantes, eso me dio la habilidad y el reflejo para combatir”, resaltó el actual sensei cinta negra Sexto Roku Dan’.
    Agresivo y entrón, ‘Nico’ como es conocido en el medio del judo en esta ciudad, encontró en el dojo Tomoyosh Yamaguchi -ubicado frente a su casa-, gracias a la visión de su progenitor de aprender a defenderse, la cual, compartió en silencio con él, el instrumento o la herramienta para canalizar su energía y fortaleza.
    Así, de golpe, sin conocer absolutamente nada sobre el arte marcial japonés, ni haber pisado nunca un tatami, ni mucho menos portar un judogui, incursionó a los 14 años en el judo y se unió al grupo de alumnos de los senseis Roberto Madrid padre e hijo.
    El entonces imberbe atleta tampoco imaginó que su llegada al judo se convertiría en un destino marcado para él, en un sendero por el que camina hasta hoy, en un estilo de vida que le permitiría competir, viajar dentro y fuera del país y, con el tiempo, abrir su propio dojo, convertirse en instructor, y enseñar los secretos de este deporte a destacados atletas juarenses.
    También, en una inmejorable oportunidad para convivir y trasladarse a los torneos en su camioneta junto con los atletas, con sus hijos Juan Jesús -árbitro y entrenador de judo- y David Segura -árbitro- y, por supuesto con Eva, su incondicional esposa y copiloto.
    “Cuando entré al judo, tenía muchas cualidades por la fortaleza del trabajo que hacía, por el instinto de las peleas callejeras y con mis hermanos”, señaló.
    A los 19 años, Segura cambió de colores y se unió al equipo de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), a cargo del maestro Jaime Ruiz, donde gracias al estilo de entrenamiento (randori o combate en el dojo), mejoró sus habilidades en la pelea.

    Como si hubiera sido ayer, entresacó del baúl de los recuerdos y eligió un torneo realizado en el gimnasio del ‘Tec de Juárez’ que terminó hasta las dos de la mañana y, en el cual, logró el segundo lugar en la división de 51 kilogramos.
    Gracias a su buena actuación en esta ciudad, el artemarcialista se ganó la confianza de su mentor, quien lo llevó a un torneo nacional con sede en la U de G, en Guadalajara, Jalisco.
    Con el poder de la mente, al más puro estilo de Kalimán, antes del torneo, Segura visualizó que ganaría sus peleas de una sola entrada y así fue, sumó tres victorias en igual número de combates por esta vía, un recuerdo que aún permanece fresco e indeleble en su memoria.
    En 1987, el Ingeniero Químico en Alimentos egresado de la UACH, llegó a esta frontera y debido a que no conocía a nadie en el ambiente del judo puso una pausa a su carrera hasta que coincidió que Wail Kassem, un compañero de trabajo originario de Kuwait, quien practicaba esta disciplina con el sensei Héctor Mendoza (+).
    Para Segura, Mendoza fue su segundo gran maestro, quien además de entrenarlo, lo motivó a poner su dojo en 1992, -dieciocho años después de su inicio en el judo- e inclusive, eligió el nombre que hasta la fecha lleva Nicko Judo Kan.
    “Empecé a enseñar con muchas ganas y mucha ilusión lo que había vivido”, declaró.
    Con la entrega y determinación de un escultor que golpe a golpe de cincel da forma a la piedra y con la paciencia con la que un pintor plasma en la tela o en el acrílico su obra, Segura trabajó duro con niños y jóvenes residentes del área cercana a su academia ubicada sobre el Boulevard Zaragoza.
    “Adán Sánchez -varias veces seleccionado nacional y quien en su época universitaria se unió a los Indios de la UACJ- era tan bueno que le ganaba al seleccionado nacional”, destacó.
    Junto a Sánchez Herrera, Sabrina Alcantar, Anel González, Esteban Villareal, Óscar Alvídrez, Carlos Silva, Adrián Fraire -medallista de bronce en un Panamericano Infantil en Puerto Rico-, Omar Pimentel, José Luis Loya -bronce en un centroamericano de invitación en Acapulco, Guerrero- y Carlos Silva son algunos de sus alumnos más sobresalientes.
    Gracias a su amplia trayectoria cumplida en el judo, en las facetas de atleta y entrenador y a su contribución en el desarrollo de este deporte, a fines de agosto anterior, en el marco del Sport Fest, ‘Nico’ recibió de parte de la Federación Mexicana de Judo el Sexto Roku Dan un grado que únicamente tres cintas negras en el estado lo tienen.
    Ellos son Germán Calvo, electo al Salón de la Fama del Deportista Juarense en septiembre anterior quien tiene el Séptimo Roku Dan y Víctor García, el maestro de maestros, considerado ‘el padre del judo en Chihuahua’ y contemporáneo de Mendoza en la brigada de Fusileros Paracaidistas en el Ejército Mexicano, a quien Segura le reconoce su enorme e invaluable legado al judo chihuahuense.
    Originalmente, la entrega del Sexto Roku Dan para Segura Zubía se tenía prevista para realizarse el 15 de agosto en un examen de cintas negras en el Dojo Evolution al que acudieron Manuel Larrañaga y Gerardo Guerrero, por parte de la Federación Mexicana de Judo (FMJ).
    Por cuestiones familiares, Segura se encontraba en Los Mochis, Sinaloa, y Larrañaga, director de grados de la FMJ le dio la buena nueva por teléfono.
    “Para mí fue una sorpresa tremenda, andaba ‘flotando’ de gusto, muy ilusionado”, declaró.
    Emocionado, con la voz entrecortada, los ojos húmedos y el pecho inflamado que solo brinda el orgullo del deber cumplido durante la entrevista, ‘Nico’ recibió el nuevo grado de manos de Fernando García, presidente de la Asociación Estatal de Judo y de Calvo Aguilar, director de grados en el estado por la Federación Mexicana de Judo, días después, en el Gimnasio Guillermo ‘Memo’ Márquez.
    “Es un orgullo y una satisfacción tener el tercer grado ‘coralillo’ en el estado”, manifestó el instructor de 65 años.
    Fotos: Institito Municipal del Deporte / Sergio A. Duarte M.

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