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    Ventana al Exterior

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    Por H.C. Esquivel

    La paz no ha sido el camino

    Estados Unidos y el Reino Unido empujan a Rusia a su límite, a la vez que dejan en claro que el buscar la paz ruso-ucraniana jamás ha sido el camino buscado.

    En una situación carente de toda lógica, los países occidentales buscan autorizar ataques con misiles de la OTAN en suelo ruso y con ellos, su “rendición” ante una disminuida Ucrania, cuando el país con mayor territorio en el planeta es aún una de las principales potencias militares en armamento convencional.

    Pero el principal riesgo para la humanidad es que Rusia es la principal potencia nuclear que no solamente tiene más cabezas atómicas activas, sino que lidera en la tecnología de misiles hipersónicos, a veces no detectables y aún cuando son detectados, son inatajables por los más modernos sistemas de defensa antiaérea.

    Y no se trata de elogiar la tecnología militar de nadie, sino evidenciar cómo el sentido común no aplica para las élites gobernantes en su afán de conservar a través de la guerra y pese a la muerte de cientos de miles de personas, un liderazgo mundial que se les escapa.

    Una confirmación de que la paz no ha sido el camino llegó recientemente en la voz de Victoria Nuland, (su apellido original es Nudelman), la ex representante en Europa del Departamento de Estado de Estados Unidos, la misma que reconoció que su país invirtió 5 mil millones de dólares para el golpe de estado en Ucrania, la misma que dijo “que se jodan los europeos” cuando EU definía en 2014 a quién colocarían al mando de Ucrania tras derrocar a Viktor Yanukovich.

    En una reciente entrevista, Nuland o Nudelman, reconoció cómo los países occidentales en la persona del Primer Ministro inglés, Boris Johnson, dinamitaron un acuerdo de paz que pudo evitar al menos 500 mil muertes de soldados rusos y ucranianos que siguieron a la segunda fase del conflicto.

    Menos de tres meses después del 24 de febrero de 2022, cuando más de 200 mil tropas rusas invadieron territorio Ucraniano y llegaron hasta Kiev, el Presidente Ucraniano Volodimir Zelenski aceptó una negociación que detenía la guerra, mantenía la integridad territorial ucraniana y retiraba a las tropas rusas de su país, todo a cambio de neutralidad militar y decir “no” a unirse a la OTAN.

    A principios de septiembre de 2024, Nuland dijo que el principal obstáculo de Estados Unidos, Inglaterra y “los otros”, fue que el acuerdo neutralizaba militarmente a Ucrania.

    “Ucrania quedaría básicamente neutralizada como fuerza militar. Así que la gente, dentro y fuera de Ucrania, empezó a preguntarse si se trataba de un buen acuerdo. Y fue en ese momento cuando se vino abajo”.

    Es decir, una Ucrania sin el ejército que durante más de 10 años fortalecieron con armamento y entrenamiento OTAN, no servía a los planes occidentales.

    La respuesta rusa fue desmilitarizar a Ucrania en el campo de batalla, no mediante una guerra de posiciones, donde importa más el territorio, conquistado, sino mediante una guerra de desgaste que en los dos años siguientes ha mantenido un modesto avance en la zona del Dombás ucraniano, pero ha generado masivas bajas el ejército contrario y ha destruido todas las “armas milagrosas”, (game changers, les dicen en inglés) que les han enviado, como los misiles estadounidenses HIMARS, los Storm Shadow británicos, los Scalp franceses, los tanques alemanes Leopard y últimamente los estadounidenses Abrahams.

    Con un ejército que perdía a diario posiciones en la región de Donetsk y la posibilidad en puerta de una negociación obligada para detener la guerra, Ucrania inició a principios de agosto la incursión en la región rusa de Kursk, (sí, una invasión a territorio ruso que no se daba desde la Segunda Guerra Mundial), donde no consiguieron el posible objetivo de desviar tropas rusas hacia esa región al norte, sino que han logrado perder casi 20 mil soldados y valioso equipamiento blindado de la OTAN.

    Fuera del dudoso objetivo militar de la incursión ucraniana, los analistas observan que tiene el mismo de otros bombardeos a zonas civiles rusas, o del atentado terrorista en un auditorio, o del envío de drones a edificios residenciales de Moscú: Provocar a Rusia y buscar una escalada del conflicto o al menos prolongarlo.

    En ese contexto llega el clamor ucraniano y las voces dentro de Estados Unidos e Inglaterra, de permitir el uso de misiles de largo alcance en territorio ruso.

    Este sábado, el Presidente Joe Biden sostenía reuniones en la Casa Blanca con el Primer Ministro británico Keir Starmer para discutir este tema. Ambos mandatarios hablaron de su “ineludible” apoyo a Ucrania.

    En medios rusos y británicos se da por un hecho que ambos mandatarios autorizarán atacar a Rusia con misiles, y aunque (otra vez), no habría un objetivo militar claro en su uso, la escalada nos pone cada vez más cerca del conflicto frontal Rusia-OTAN.

    El Presidente Vladimir Putin es claro en afirmar que esos sistemas especializados de misiles no serán operados por militares ucranianos, ya que requieren de satélites y de operadores de la OTAN.

    “Si se toma esa decisión, no significará otra cosa que la participación directa de los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos en la guerra de Ucrania”.

    “Significará que los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos están en guerra contra Rusia y si ese es el caso, entonces, con vistas a cambiar la naturaleza misma de este conflicto, tomaremos las decisiones adecuadas en función de las amenazas que nos planteen”.

    Las posiciones de ambos lados son claras. Rusia dispuesta a responder, Ucrania debilitada económica y militarmente, mientras las decisiones del conflicto se toman, como ha ocurrido desde el principio, en las oficinas de Londres y Washington.​

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