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    Ventana al Exterior – Ridiculizar la paz

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    Por H.C. Esquivel

    “Negociar” es una palabra valiente

    • Papa Francisco

    El cine de Hollywood nos ha enseñado que hablar de “paz mundial” es asunto de candidatas de belleza sin cerebro, un tema de personas con una inocencia ridícula, gente que no sabe de la realidad,

    Por el contrario, la guerra, el uso de armas para resolver conflictos es “cool”, varonil, poderoso y preferible.

    Incluso para luchar contra “el mal”, entendido este como las fuerzas demoniacas, ejemplos como Hellboy (Guillermo del Toro 2004), o Constantine (Francis Lawrence 2005), muestran a los héroes del lado celestial eliminar a sus oponentes con grandes y potentes pistolas y rifles, obvio, cargados con balas especiales antidemoniacas.

    Bajo esta óptica, resultó para muchos belicistas, “ridículo” el Papa Francisco al hablar de paz en Ucrania.

    En una entrevista reciente con la cadena RSI de Suiza, el Papa Francisco dijo que, ante su situación actual, (de derrota militar), los gobernantes en Ucrania deben pensar en el pueblo y tener el coraje de sacar la “bandera blanca” y negociar.

    “Se puede negociar con la ayuda de potencias internacionales, la palabra negociar es una palabra valiente, cuando estás por ser derrotado, debes tener el coraje y la vergüenza de negociar. ¿Con cuántos muertos acabarás si no negocias a tiempo?”, dijo el Papa en su entrevista en italiano.

    La dura respuesta ucraniana llegó por el Ministro de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba, quien le recordó al Papa la postura del Vaticano en la primera mitad del Siglo 20, es decir, ante Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.

    “El más fuerte es el que, en una batalla entre el bien y el mal se mantiene en el lado del bien antes de ponerse en el mismo lado y llamarle ‘negociaciones’. Nuestra bandera es amarilla y azul, es la bandera por la que vivimos, morimos y prevalecemos. Nunca levantaremos otra bandera”.

    Fuera de los medios tradicionales que ocultan el declive bélico de Ucrania, los analistas militares observan un ejército ruso que, en una “defensa activa”, sin emplearse a fondo, avanzan sus posiciones, le arrebatan a un disminuido ejército ucraniano villas y poblaciones, todo sobre decenas y cientos de cadáveres de unos y otros.

    Desde octubre del 2023, el Ejército de Ucrania no ha podido reclutar de entre su población a tropas suficientes.

    Sus batallones y unidades de combate han sufrido hasta un 70 por ciento de pérdidas que no se pueden suplir y la mayoría del equipo bélico que les proporcionaron 30 países de la OTAN yace calcinado en los extensos campos ucranianos.

    En ojos de militares estadounidenses y europeos, la industria bélica rusa ha despertado, su ejército entrenado en batalla real recluta cada mes a 30 mil voluntarios y tiene a cientos de miles de tropas en las fronteras norte y suroeste de Ucrania con equipo militar nuevo, listas para iniciar una ofensiva que podría tomar el estratégico puerto de Odesa y dejar al país sin salida al mar.

    La Ucrania en rumbo al “suicidio” que observan el Papa Francisco y otros analistas internacionales despreció, desde el inicio del conflicto, una salida rápida que hubiera evitado la pérdida del territorio y cientos de miles de vidas.

    En su invasión de febrero del 2022 a Ucrania, (en ese entonces 200 mil tropas), al estilo de la “guerra relámpago” (Blitzkrieg) alemana cubrió con unidades blindadas todo el territorio, y con 40 mil tropas por aire y tierra llegaron hasta la capital, Kiev, momento en que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, (con un ejército de un millón de soldados), pidió negociar.

    El Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ofreció Ankara y junto con los rusos acordaron en abril de 2023, un documento que detenía la agresión bélica, retiraba las tropas rusas y pedía principalmente la neutralidad de Ucrania, su no ingreso a la OTAN, limitar el tamaño de su ejército.

    También le permitía mantener las repúblicas de Donetsk y Lugansk a cambio de respetar su autonomía y de frenar las agresiones militares hacia su población, como lo publicó recientemente, el periódico estadounidense The Wall Street Journal que tuvo acceso al documento.

    David Arajamia, dirigente del Partido Servidor del Pueblo que llevó al poder a Zelenski, y miembro del equipo ucraniano de negociación, declaró a finales del 2023 que todo estaba listo para la firma, pero el entonces Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson, voló de urgencia a Kiev para dinamitar el tratado.

    “Esta guerra se peleará hasta el último ucraniano”, dijo Johnson luego de su reunión con Zelenski.

    Ante la nueva situación, el mando cambió la estrategia; movilizaron a 300 mil soldados más, ordenaron una retirada hacia el este, donde establecieron líneas de defensa que han consumido a más de la mitad del ejército ucraniano.

    A nivel político organizaron referéndums en las repúblicas de Jersón, Donetsk y Zaporiya, donde la gran mayoría aprobó la anexión y poco después Rusia modificó su Constitución para anexar esas regiones a su federación.

    Ante el inminente avance ruso, Estados Unidos y los 31 países que conforman la OTAN parecen dispuestos a subir las apuestas, enviar tropas a territorio ucraniano, más equipo militar y cerrarle la puerta a la palabra “paz”.

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