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    Ventana al Exterior – Terrorismo Nuclear

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    “Lanzar los dados no es la manera de tratar la seguridad nuclear”.

    Rafael Mariano Grossi

    Director de la Agencia Internacional de Energía Atómica.

    La central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa que consta de seis reactores con combustible de uranio, está bajo ataque.

    Controlada por el ejército ruso desde la guerra iniciada en febrero de 2022, las instalaciones han sido dañadas por bombardeos y últimamente por drones, y aunque parezca una total locura, se han lanzado misiles en sus cercanías que pusieron en riesgo de un accidente nuclear, no solo a Rusia y Ucrania, sino a toda la región euroasiática.

    La Agencia Internacional de Energía Atómica, dependiente de la ONU, mantiene desde septiembre de 2022 una misión en la planta nuclear, y ha constatado los repetidos ataques hacia las instalaciones, el último ocurrido el domingo 7 de abril con drones, uno de los cuales impactó en el reactor 6, provocando al menos la muerte de una persona.

    “El domingo, ataques directos a la planta nuclear de Zaporiyia, marcaron el mayor escalamiento de seguridad nuclear, incrementando significativamente el riesgo de un accidente nuclear”, dijo Rafael Mariano Grossi, director de la AIEA.

    La planta se encuentra al sureste de Ucrania, en el óblast (estado o departamento) de Zaporiyia, una de las regiones prorrusas que mediante un referéndum decidieron anexarse a la Federación Rusa. La planta se encuentra cerca de Crimea, a unos 500 kilómetros al sureste de Kiev y a unos 700 kilómetros de al suroeste de Moscú.

    Un accidente afectaría principalmente a Crimea y las regiones recién anexadas a la Federación Rusa de Zaporiyia, Jersón, Donetsk y Lugansk, pero también a la rusa Rostov y a la ucraniana Kiev, aunque los efectos de la radiación afectarían a países europeos de la OTAN, como Alemania, Polonia, incluso Turquía.

    “Nadie puede obtener beneficio alguno o ganancia ni política ni militar con estos ataques a las instalaciones nucleares”, dijo Grossi.

    A modo de perspectiva, viajemos unos 400 kilómetros al norte de esta planta, al 26 de abril de 1986, en la ciudad de Pripyat, Ucrania, donde el Reactor 4 de la planta Vládimir Ilyich Lennin, conocida como Chernobyl, estalló expulsando todo tipo de isótopos radioactivos producto de la fisión de plutonio.

    Estimaciones posteriores señalan que el mayor accidente nuclear en la historia arrojó radiación al ambiente equivalente a 500 veces lo emitido por la bomba atómica de Hiroshima, que afectaron directamente a 13 países de Europa, provocó la evacuación de más de 116 mil personas de poblaciones que se volvieron inhabitables por más de 100 años y generó una nube radiactiva que tuvo efectos para todo el hemisferio norte del planeta.

    Desde febrero de 2022 que las instalaciones fueron tomadas, rusos y ucranianos se culpan mutuamente de lanzar bombardeos sobre la planta, que fue gradualmente apagada para no generar electricidad.

    A petición de los rusos, en abril de ese año, la AIEA envió una misión con expertos en balística que analizaron los bombardeos constantes sobre la planta, pero nunca emitieron conclusiones.

    En Ucrania hay otras tres centrales nucleares; Rivvne, Kimelnistki, Yutznokrainsk, ninguna de las cuales ha reportado ataques o agresiones, solo la de Zaporiyia, ubicada más cerca del territorio ruso.

    En abril de 2023, el periódico inglés, The Times, publicó que en distintas ocasiones, el ejército ucraniano intentó recuperar militarmente la central eléctrica.

    De acuerdo con sus fuentes militares, en una de esas incursiones, Estados Unidos ayudó a los ucranianos con las coordenadas para atacar con misiles HIMARS, (cohetes con cabeza explosiva de 120 kilogramos guiada por GPS) las inmediaciones de la ciudad de Energodar y las inmediaciones de la planta nuclear.

    En el verano de 2023, mientras la “contraofensiva” del ejército de Ucrania fallaba en romper las defensas rusas, el Presidente Volodimir Zelenski informó que, en base a información de inteligencia, los rusos habían colocado explosivos en torno a los reactores nucleaes y dispositivos de enfriamiento, y aunque la misión de la ONU presente en el sitio desmintió las acusaciones, en Europa y Estados Unidos la versión que predominó fue la del mandatario ucraniano.

    En respuesta a Zelenski, los congresistas de Estados Unidos, el republicano Lindsey Graham y el demócrata Richard Blumenthal, presentaron de manera conjunta una iniciativa legal para que, en caso de que Rusia o sus aliados detonaran una bomba atómica o provocaran un accidente nuclear en la planta de Zaporiyia, se tomara como un ataque a toda Europa y por ende, a los países OTAN, lo que debería generar una reacción militar de toda la Organización Atlántica contra Rusia, es decir, la tercera guerra mundial.

    De acuerdo con expertos nucleares, los reactores de Zaporiyia no son tan inestables como los de Chernobyl, están mejor aislados y tienen medidas adicionales de seguridad, pero un corte en la energía eléctrica que mantiene el sistema de enfriamiento, podría provocar el derretimiento del material radoactivo y la expulsión de radiación perniciosa al ambiente.

    Los 178 miembros de la AIEA presentes en la planta de Zaporiyia reportaron explosiones cercanas a las instalaciones hasta noviembre del año pasado, pero este mes de abril reiniciaron los ataques directos, ahora con vehículos aéreos no tripulados.

    “Los ataques del domingo, por fortuna no comprometieron la seguridad nuclear de una manera seria”, dijo Grossi, “pero sería irresponsable de nuestra parte asegurar que futuros ataques no lo harán”.

    “Lanzar los dados no es la manera de tratar la seguridad nuclear”.

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